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La Bruja de Marvel

Me encantó WandaVision y eso es lo primero que quiero decir. Que quede bien claro que me emocioné en todos los capítulos, que gocé la serie y que a pesar de lo que van a leer ahora, la recomiendo muchísimo: mil jumbitos. 

Pero, pero, pero: es sobre brujas, no superhéroes, y en este tema tengo mucho que decir (y quejarme). 

¡Spoilers desde ya! 

Uff que estuvo emocionante el final de WandaVision, se pasó. Imaginate que tenía runas, transmutación, bilocación, aquelarre, telepatía, y muchos más fenómenos esotérico/paranormales, narrados muy bien desde el punto de vista mágico. Gran momento por ejemplo, cuando en un recuerdo de su pasado, Wanda puede ver a su Ser Superior gracias a la Gema de la Mente (idea: las Piedras del Infinito son en verdad cuarzos intergalácticos, afírmense inceles). También la escena con las runas de protección en las puertas, algo que, tal como dijo Agatha Harkness, es conocido como un básico de la brujería en la “vida real”. O mi favorito: cuando se explica que Scarlet Witch es la elegida de la Magia Caótica, o lo que los gringos llaman: Chaos Magick, una práctica esotérica basada en invocaciones, sigilos, rituales y a veces magia negra. Algo que toda chica de buena familia practicó en el clóset de su casa… jajaja, ustedes no?. Ya, pero en serio, Disney se fue en esas. 

Así es que se podrán imaginar que esperaba con ansias que efectivamente Wanda descubriera el potencial de sus habilidades, enfrentara el error en Westview y sus consecuencias, pero también que llegase al pináculo de su evolución sin tener que seguir sufriendo, perdiendo seres amados, o hiriendo colateralmente a inocentes. Pero no, parece que aún no estamos preparados para que la elegida pueda elegir, y seguimos pegados en el mismo estereotipo de mujer poderosa: demasiado emocional para poder ocupar sus poderes para el bien, descontrolada ante la pérdida, malvada en el fondo de su alma. 

¿No están cansados de que las mujeres poderosas tengan que ser exiliadas o heridas para conocer el real alcance de sus habilidades? ¿De que las heroínas puedan serlo sólo sacrificando la capacidad creadora que llevan dentro? Y peor aún, que siempre tenga que ser a costa del amor de pareja, de la familia y de la raíz. Véase: Daenerys Targaryen en Game of Thrones, Vanessa Ives en Penny Dreadful, Vanya Hargreeves en Umbrella Academy, y ahora Scarlet Witch en el MCU. 

Llevo mucho tiempo enojada con este “trope” y sé que lo he hablado mucho en la radio, en los círculos de magia y en todos lados, desde la trágica muerte de mi reina Daenerys. Lo he pensado harto, y creo que ya sé de dónde viene: de Lilith, la primera mujer, la que no quiso seguir las reglas del paraíso y se fue exiliada, a vivir la sexualidad libre y lujuriosa, reinando en el mundo de los demonios. Es por lo tanto un arquetipo de diosa oscura y poderosa, conectada con la naturaleza y el misterio de la feminidad. Sabe decir que no, pone límites e impone sus propias reglas. Es por eso que los hombres le temen, la exilian, la creen malvada e incapaz de ocupar sus poderes para el bien. Podríamos decir que Wanda Maximoff corresponde a este arquetipo. Pero creo que ya es momento de pasar al siguiente nivel, y darnos cuenta, no sólo de que las mujeres podemos ser poderosas y buenas, sino que tener familia y amar, no es signo de debilidad. 

En lo personal, parir a mis hijos me puso de frente con lo que soy capaz de hacer. La maternidad me ha enseñado mucho sobre mí misma, tanto de luz como de sombra, siendo el paso fundamental para poder entender cuál es mi don y cómo lo quiero entregar al mundo. Nunca antes había experimentado una conexión tan aguda con el presente, con la sincronía, con la comprensión del ciclo de la vida, y del ritmo de la tierra, como creando y criando a mis dos hijos. Al mismo tiempo, esta claridad me entregó también una certeza en torno a lo que quería hacer con mi vida y mi trabajo, con mis inquietudes intelectuales y mi camino en la magia. Algo que obtuve al detenerme, al quedarme en mi casa, al dar teta por 4 años casi consecutivos, aprendiendo sobre los sonidos que hace un recién nacido, cocinando cosas que nutrieron sus cuerpos, despertando en la noche para acompañarlos mientras reconocían la oscuridad. En estos años ellos han sido mis maestros, mostrándome lo que soy capaz de hacer, porque sacan lo mejor de mi. Este amor que siento, me inspira a ser mi mejor versión. Al contrario de lo que se cree: que la maternidad aleja a las mujeres de sí mismas, que les quita libertad o que deben ser abnegadas y entregadas para ser buenas mamás. Eso pasa cuando la maternidad no es deseada, cuando no tenemos tribu o compañero con quien compartir la responsabilidad y se nos pide hacernos cargo de todo solas, o cuando el sistema nos pide que seamos más rápidas, eficientes, productivas, y nos olvidamos que los tiempos reales del humano son más pausados que los tiempos mercantilistas que nos imponen. 

Por eso me da pena que el único arquetipo que se ve en las grandes narraciones sea el estereotipo de la bruja sola, en el bosque sin nadie, practicando hechizos para ayudar, o para conquistar el mundo, o destruirlo, como le sirva a la trama. Creo que aprendimos mucho de Lilith, nos inspiró rebeldía y justicia, pero ya es hora de dar el paso. Quiero más brujas mamás, poderosas, mágicas y enamoradas, integradas con el Masculino Sagrado, fluyendo con sus parejas como lo hacían Wanda y Vision antes del final: como un equipo. Ya no quiero más personajes femeninos que estén dispuestos a destruir el mundo con tal de hundirse en su propia sombra. Que se enfrentan sólo a otros personajes femeninos en disputas de poder. Ya no quiero que la sexualidad esté relegada a la juventud, a la independencia, a la soltería. Que se pueda hablar de una relación monógama donde ambas parten crecen en compañía de la otra, donde exploran juntos el placer del propio cuerpo, alcanzando el éxtasis que supone la sexualidad sagrada. Que estar casada y tener hijos no signifique dejar de gozar. Si no que al contrario, que sea estar más viva que nunca, vibrante y conectada, con el propio poder creador

Aquí es donde aparece otro arquetipo, el de María Magdalena, y que a mi parecer, es hacia donde espero se mueva la espiritualidad humana y el feminismo. Hacia la integración de masculino y femenino, hacia un mundo donde Jesús tuvo hijos, tuvo esposa, amó con su cuerpo terrenal, y se permitió la vulnerabilidad. Esta es la nueva bruja, y la más poderosa de todas. Imaginate que ha esperado más de 2000 años para tener su momento, y ya por fin ha llegado para enseñarnos cómo seguir construyendo nuestro mundo.

Por eso esperaba más de Wanda Vision. Creí que era posible que, en vez de seguir aprendiendo gracias a la pérdida y el dolor (muerte de padres, hermano, pareja y ahora hijos), lograse conectar con su Ser Superior desde el amor por su familia, que su intento de salvarlos la llevara a la cima de su poder. Pero en cambio, de nuevo los narradores creen que es mejor que el personaje estudie magia con su intelecto leyendo un libro, a que viva el despertar de su fuego interior en familia. Porque le tienen miedo a las emociones de las mujeres, no las entienden, las demonizan, y creen que una madre es una mujer de menor categoría que la intelectual. Y creen débiles a los hombres que se quedan en la casa, que abrazan a sus hijos y que son parte de la sinergia de un hogar. Como Vision por ejemplo, que fue muy buen marido, así es que tuvo que morir, sorry. Lo mismo que Ironman, que mejor les sirvió muerto, que jubilado criando a su hija en la naturaleza. 

¿Entienden que me da lata? No es que no me haya gustado, la encontré bacán. Pero me desilusionó mucho que Wanda no tenga más opción que la de perderlo todo constantemente, más aún cuando la magia no se estudia en libros, como sugiere la serie, sino que se saca desde adentro. Y si pienso que tal vez sea Doctor Strange quien le enseñe a dominar sus poderes para poder rescatar a sus hijos sin acabar con esta dimensión, en una película que en vez de en la tele, estará en el cine porque se sabe que es más importante, entonces más me enojo. 

Espero algún día ver una protagonista poderosa que pueda alcanzar la felicidad y no la pérdida. Que la familia y los lazos de amor no sean vistos como un impedimento para la realización personal. Y que por la chucha se den cuenta que quienes estamos al cuidado de otros, somos lxs más valientes de todxs.

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