Descripción
La Caserita recibe sus dones de nacimiento, y los pone en el mundo para dejarlo mejor que cuando llegó a él.
Se levanta en las mañanas llena de contradicciones, pero con una sola certeza: lo va a dar todo de sí.
Si ama lo hace con entrega, si emprende lo hace con convicción.
Si es científica, investiga con humildad, si es terapeuta contiene con argumentos.
La Caserita siempre es bruja. Escucha su guata, porque sabe que ahí está la respuesta.
Está conectada con su luz interior, porque sobrevivió al encuentro con su propia sombra.
Pudo verla, entenderla, abrazarla e integrarla. Así descubrió que es una Diosa creadora, y desde que asumió su poder, no ha habido vuelta atrás.
La Caserita ve el vaso mitad lleno, es autora de su propia narrativa.
Se atreve a cambiar de opinión, vive la vida con compasión, ternura y amor.
Va sembrando semillas, va plantando árboles, para que su tribu pueda disfrutar de la sombra y siempre tenga un fruto de temporada para nutrirse.
La Caserita habita su cuerpo, lo honra y lo cuida, como el instrumento mágico que es. Dejó de autoexigirse, se trata a sí misma con amor.
La Caserita es madre, es tía, es hermana, es amiga. La Caserita habita también en los hombres, y cada día los despierta hacia el sagrado femenino.
Pero por sobre todo, La Caserita tiene fe, cree en el humano, cree en su país, mantiene la esperanza viva en sus manos cada vez que cocina, que muda a su guagua, que presenta en una reunión, que da un examen, que migra buscando una vida mejor.
La Caserita es un fuego que nunca se apaga.
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